La caja negra
Para Watson los seres
vivos somos “cajas negras” cuyo interior no es observable.
Cuando los estímulos externos llegan a nosotros damos respuestas en
consecuencia. Desde el punto de vista de los primeros conductistas, si bien se
dan procesos intermedios dentro del organismo, al ser inobservables deben ser
ignorados al analizar el comportamiento.
Sin embargo, a mediados del siglo XX los
conductistas matizaron esto y, sin desdeñar la importanca de los procesos no
onservables directamente que ocurren en el interior del cuerpo, señalaron que
la psicología no necesita dar cuenta de ellos para aportar explicaciones sobre
las lógicas que rigen la conducta. B. F. Skinner, por ejemplo, se caracterizó
por dar a los procesos mentales exactamente el mismo estatus que la conducta
observable, y por concebir el pensamiento como conducta
verbal. De este autor hablaremos más adelante.
Algunos neoconductistas
como Clark Hull y Edward Tolman sí incluyeron procesos
intermedios (o variables intervinientes) en sus modelos. Hull incluía el
impulso o motivación interna y el hábito, mientras que Tolman afirmaba que
construimos representaciones mentales del espacio (mapas cognitivos).
Watson y el conductismo en general
fueron influidos de forma clave por dos autores: Ivan Pavlov y Edward
Thorndike.
Condicionamiento clásico: los perros de Pavlov
Ivan
Petrovich Pavlov (1849-1936) era un fisiólogo ruso
que se dio cuenta, mientras realizaba experimentos sobre secreción de saliva en
perros, de que los animales salivaban de forma
anticipada cuando veían u olían la comida, e incluso
simplemente cuando se acercaban los encargados de darles de comer.
Posteriormente consiguió que salivaran al oír el sonido de un metrónomo, de una
campana, de un timbre o de una luz por asociar estos estímulos con la presencia
de comida.
A partir de estos estudios Pavlov
describió el condicionamiento clásico,
un concepto fundamental en el conductismo, gracias al cual se desarrollaron las
primeras intervenciones basadas en las técnicas de modificación de la conducta
en seres humanos. Ahora bien, para entender cómo funciona el condicionamiento
clásico primero hay que saber con qué estímulos se trabaja en él.
Un estímulo incondicionado (es decir,
que no requiere aprendizaje para provocar una respuesta) provoca una respuesta
incondicionada; en el caso de los perros, la comida causa salivación de forma
espontánea. Si se empareja repetidamente el estímulo incondicionado (la
comida) con un estímulo neutro (por ejemplo la campana), el
estímulo neutro acabará produciendo la respuesta incondicionada (salivar)
sin necesidad de que esté presente también el estímulo incondicionado.
Para Pavlov no es necesario el concepto
de mente ya que conceptualiza las respuestas como
reflejos que se dan después de la aparición de estímulos
externos.
El experimento del pequeño Albert de
Watson y Rayner es otro ejemplo de condicionamiento clásico. En este caso la
rata es un estímulo neutro que se convierte en un estímulo condicionado que
provoca la respuesta de miedo por asociación con el ruido fuerte (estímulo
incondicionado).